Opinión-. Toda sociedad debe poseer creencias, debe tener esperanzas, tienen que posar su fe en algo, porque el vacío del alma popular es muy peligroso para el desarrollo de los pueblos, por ende, estoy confiada en que los venezolanos de la actualidad tenemos una expectativa enorme hacia los otros venezolanos, que la división que se pretendió construir en este país está cerca de desaparecer y que brotará de la tierra fértil de nuestra gente la semilla de la reconciliación nacional.
La fe de nuestro pueblo hacia el mismo debe ser abonada y regada, debe ser incentivada por aquellos que poseen, de una u otra manera, cierta influencia en la opinión pública. Esa creencia social que denominamos personalismo, ese egoísmo que palpita en muchos cuerpos y que es una condición muy humana debe ser minimizado ante la creciente confianza de nuestra gente hacia lo que ellos representan y lo que puede construir si se lo proponen.
Luego de casi 14 años de un gobierno que intentó silenciar nuestras opiniones, que soñó en cejar los ojos de un pueblo que comenzaba a observar los males que rondaban aquella perorata interminable que se llamaba revolución, que manipuló a través de los medios que tuvo a su alcance a la sociedad para evitar su evolución, hoy se vuelve a posar frente al pueblo venezolano prometiendo villas y castillos como si no hubiese pasado el tiempo, como si nunca se le hubiera dado la oportunidad para cumplir con lo que hoy son ilusiones etéreas.
Ante esta realidad es la razón por la cual el pueblo no puede centrar sus esperanzas en un presente que ha sido dolorosamente perjudicial para todos los venezolanos, no puede tener fe en palabras que sólo son eso y que nunca se transforman en hechos reales, por ello es que el anhelo más grande debe estar centrado en su deseo de cambio, en la voluntad de salir de la crisis que estamos viviendo, y en la fe que debe ser hacia nosotros mismos, hacia nuestra capacidad de afrontar la situación y escoger el mejor de los caminos para emerger en medio de este atolladero histórico en el cual un grupo de ambiciosos anti-democráticos nos sumergieron.
Estoy convencida que mientras más confianza tengamos en nosotros mismos más rápido podremos alcanzar la meta que nos trazamos, y podremos edificar un país distinto, una nación donde el progreso, que nosotros mismos construyamos, sea para todos y que beneficie de igual manera a cada uno de quienes habitamos en esta gran patria.
Venezuela es un país hermoso, pero creceremos desde el punto de vista social, humano y nacional en la medida que nosotros nos otorguemos el beneficio de la duda y que juntos sin mezquindad trabajemos a favor de nuestro porvenir.
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