Opinión-. La credibilidad del régimen está hecha añicos, nadie les
cree nada. Los propios acólitos al sistema de gobierno actual dudan del
liderazgo real de Nicolás, no lo sienten líder, están convencidos que él es un
simple “mientras tanto”, pero esta no es la única debilidad del oficialismo su
imagen local y regional deja mucho que desear, los gobiernos estadales y
municipales del Psuv son, en casi todo el país, sinónimos de mala gestión,
despilfarro y anarquía.
Los liderazgos mesiánicos como el
del difundo casi siempre no dejan espacios para el crecimiento de alternativas
similares a ellos, ni siquiera en su propio entorno, para ellos eso de
“delfines”, “herederos”, etc., etc., no existe porque normalmente creen en su
total indispensabilidad para la conducción de su “revolución, destino, proceso,
evolución”, por ende, generalmente son mezquinos y sectarios.
Todo esto ha traído, luego de la
desaparición física del “jefe”, un notorio vacío de liderazgo, el sustituto,
elegido a última hora, debido al poco impulso que tuvo previo al anuncio
oficial del entonces Jefe del Estado, no ha calado y aunado a su escaso carisma
el legado que está manejando es de honda polarización y su apoyo de los
gobernantes “revolucionarios” en los estados y municipios deja mucho que
desear.
El gran problema del madurismo,
más allá de la ilegitimidad que pesa sobre su cabeza, es la carestía de
maniobrabilidad política, los alcaldes del oficialismo han sido todos
fracasados, están mal vistos y señalados por todas las atrocidades, vaguedades
e irresponsabilidades que han caracterizado sus administraciones, y ni hablar
de los gobernadores de camisetas rojitas, tanto los viejos como los recién
electos, son ponderados negativamente.
Cuando un proyecto político se
basa es un solo hombre sencillamente fracasa, cuando un movimiento político se
deteriora desde sus cimientos, con malos gobiernos locales y regionales, su
permanencia nacional se ve afectada, ante esto, y sabiendo que su inestabilidad
es caótica y la ilegitimidad le correo las bases de sustento democrática,
podemos afirmar que esto que llamamos gobierno, más por costumbre que por otra
cosa, está a punto de caer.
Maduro no es Chávez, se dijo en
la campaña y lo estamos certificando en los hechos, y aquello de que Maduro es
hijo del otro está más que descartado, con todo el respeto que se merecen todos
ustedes si Nicolás es hijo de Hugo entonces fue un cacho que le montaron.
Por estas razones expuestas, y muchas
que quedaron en el tintero, les puedo afirmar como ciudadana, como mujer, como
venezolana que esté gobierno se está cayendo a pedazos, está botando por
doquier sus partes, parece a un leproso, con el perdón a aquellas personas que
padecen aún en el siglo XXI esta terrible enfermedad, pero no encuentro con que
otro mal vincularlos.