Opinión-. Al escuchar al vicepresidente Nicolás Maduro hablar, al
interpretar con ojos acuciosos las aseveraciones de propios y extraños dentro
del régimen, nos percatamos que pareciera que estos se están preparando para un
eventual proceso electoral presidencial.
La postergación de los comicios
municipales es una evidencia que el Gobierno necesita tiempo no solo para
analizar el terreno que está pisando sino para corregir varios entuertos que
posee en los municipios y alistar, o proyectar, más la imagen del ungido
presidencial que dejó Chávez antes de su partida para la Habana.
La administración actual, por
cierto de origen de facto porque no posee asidero legal para su constitución y
permanencia a pesar de las aseveraciones extra-legales de un TSJ que parece más
un ministerio que un poder autónomo, actúa desesperadamente para conseguir el
objetivo de sostenerse en el poder por un tiempo más.
Este Gobierno hace suyo ese
refrán popular de “despacio que llevo prisa” para enfocarse en lo que realmente
le interesa que es permanecer en Miraflores el mayor tiempo posibles, antes de
un desenlace fatal o de la necesidad de volver a poner en la picota el poder
electoral de su partido en medio de una crisis social y económica cada vez más
aguda.
Lo cierto y evidente es que
Nicolás Maduro cada vez se aferra más a la idea del poder presidencial y a la
medida de sus facultades y ocasiones refuerza su vinculo dependiente con los
hermanos Castros y acelera el andar hacia la consolidación de su imagen
internacional, para así garantizarse un respaldo de varias naciones en el
momento ideal y en la hora precisa.
El oficialismo está pasando por
una etapa transitoria, a pesar que sus más “eruditos” voceros se nieguen a admitirlo
y por encima de las manifestaciones de cohesión que más refuerzan la percepción
de división interna que percibimos millones de venezolanos, aquí también aplica
aquello de “no aclares que oscureces”.
Mientras todo esto ocurre en las
altas esferas del poder y quienes hoy poseen el control de la nación se
preparan a como dé lugar para mantenerse allí, el pueblo de abajo ese que se le
va la luz, que es atracado en las calle, ese que el sueldito no le alcanza para
hacer mercado, ese que vive de juntar sencillo para pagar deudas, es el que se
las ve mal y el que es olvidado por esos que ostentosamente practican el
capitalismo más salvaje en medio de sus peroratas más socialistas.
Es con ellos, con los de a pie,
con ese pueblo que puede ser chavista u opositor, ese que es víctima por igual
de las necesidades sociales que nos explotan en la cara, y que es igualmente
sobreviviente al alto costo de la vida, es por él quien abogo desde esta mi
pequeña tribuna, porque son ellos sin que presenten carnet de partido o camisas
de ningún color los que sufren día a día por los males acumulados y sin
soluciones por décadas de incapacidad y negligencia.
Unos están en una campaña
adelantada y la mayoría en una necesidad prolongada.