Observamos como el régimen habla del poder para el pueblo, oímos sus discursos, analizamos la perorata oficial con la cual pretenden seguir manipulando al pueblo, pero la verdad surge ante tanta tiniebla, para describir los falsos ídolos del oficialismo, sus mentiras y demagogias. Los voceros del Psuv dicen y pregonan la organización del pueblo, mientras amparan el egocentrismo de Hugo Chávez, y el autoritarismo abusivo, cruel e inhumano de quienes se hacen llamar los alcaldes del “proceso”.
¡Qué contraste!, mientras la miseria avanza a grandes pasos en las barriadas populares, cuando el hambre y la necesidad corroe el cuerpo de la sociedad venezolana, vemos como la opulencia es el método de existencia de quienes ostentan el poder, observamos como los millonarios de nuevo cuño, aquellos de cuellos rojos, disfrutan de esta revolución que ha significado el enriquecimiento desmedido para unos pocos, mientras engañan a millones con promesas que durante 13 años no se han cumplido.
Anaco es un ejemplo de esta denuncia que hago con la vehemencia de mi indignación. Aquí en el cuarto municipio más importante de Anzoátegui, padecemos esa irónica realidad política-social que ha representado, cual protagonista de obra de teatro, el mandatario Francisco Solórzano. Éste junto a su equipo de gobierno, todos militantes de la “revolución”, lucen cual magnates caribeños, mientras los sectores más desposeídos siguen sufriendo por la carencia de empleo, por la problemática del agua, por la crisis en materia eléctrica y sobre todo por la inseguridad galopante. Me pregunto ¿esto es lo que se llama revolución?, con procesos como estos nuestra gente va directa a la muerte por inanición.
La inmoralidad del gobierno de Anaco, es solo un reflejo de lo que han sido las administraciones locales, regionales y la nación de este “proceso”, por eso el pueblo venezolano ha optado por un cambio, por un camino diferente, donde el valor de lo humano y social sea realmente prioridad gubernamental y no burla para quienes se enriquecen a costillas del poder que la ciudadanía les entregó.
¡Qué contraste!, mientras la miseria avanza a grandes pasos en las barriadas populares, cuando el hambre y la necesidad corroe el cuerpo de la sociedad venezolana, vemos como la opulencia es el método de existencia de quienes ostentan el poder, observamos como los millonarios de nuevo cuño, aquellos de cuellos rojos, disfrutan de esta revolución que ha significado el enriquecimiento desmedido para unos pocos, mientras engañan a millones con promesas que durante 13 años no se han cumplido.
Anaco es un ejemplo de esta denuncia que hago con la vehemencia de mi indignación. Aquí en el cuarto municipio más importante de Anzoátegui, padecemos esa irónica realidad política-social que ha representado, cual protagonista de obra de teatro, el mandatario Francisco Solórzano. Éste junto a su equipo de gobierno, todos militantes de la “revolución”, lucen cual magnates caribeños, mientras los sectores más desposeídos siguen sufriendo por la carencia de empleo, por la problemática del agua, por la crisis en materia eléctrica y sobre todo por la inseguridad galopante. Me pregunto ¿esto es lo que se llama revolución?, con procesos como estos nuestra gente va directa a la muerte por inanición.
La inmoralidad del gobierno de Anaco, es solo un reflejo de lo que han sido las administraciones locales, regionales y la nación de este “proceso”, por eso el pueblo venezolano ha optado por un cambio, por un camino diferente, donde el valor de lo humano y social sea realmente prioridad gubernamental y no burla para quienes se enriquecen a costillas del poder que la ciudadanía les entregó.
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